Globalismo de Agustín Laje

En su obra Globalismo: Ingeniería social y control total en el siglo XXI, el escritor y analista político Agustín Laje realiza una profunda crítica a lo que define como «globalismo». Según el autor, esta ideología busca establecer un régimen político antidemocrático a escala mundial, transfiriendo la soberanía de las naciones hacia organizaciones supranacionales como el Foro Económico Mundial y la ONU con su Agenda 2030.

La diferencia entre globalismo y globalización

Laje diferencia el globalismo de la globalización tradicional, señalando que el primero no se limita al intercambio económico, sino que busca imponer una forma de gobernanza global no representativa. En su análisis, argumenta que estas organizaciones trabajan sin rendir cuentas a la ciudadanía, tomando decisiones que afectan directamente a las democracias nacionales.

El papel de las élites globales

Según el autor, el globalismo se fundamenta en la tecnocracia y la supuesta filantropía de entidades como la Fundación Gates, Open Society de George Soros y la Fundación Rockefeller. Estas organizaciones, dice Laje, conforman una oligarquía de privilegiados no electos que pretende determinar el rumbo del mundo sin ningún tipo de control democrático.

La utilización de las agendas progresistas

Uno de los puntos más polémicos del libro es su análisis sobre cómo el globalismo se apoya en las agendas progresistas, como el wokismo, el movimiento LGBTQ+ y la ideología de género. Según Laje, estas corrientes no nacen de una lucha genuina por los derechos individuales, sino que son utilizadas como herramientas de ingeniería social para debilitar las identidades nacionales y culturales.

Un llamado a la resistencia

El autor cierra su obra con un llamado a la acción, instando a actores políticos, intelectuales y religiosos a unir esfuerzos para contrarrestar la expansión del globalismo. Destaca que la batalla debe darse en el terreno cultural, defendiendo la soberanía y la identidad de cada nación.

Globalismo es una obra que desafía el discurso dominante y ofrece un punto de vista crítico sobre el poder global. Aunque sus postulados pueden generar controversia, sin duda aporta elementos para un debate necesario sobre las estructuras de poder en el siglo XXI y sus repercusiones en las democracias nacionales.