El escritor chileno Ramón Díaz Eterovic ha sido distinguido con el Premio Nacional de Literatura 2025, un reconocimiento que celebra no solo su prolífica trayectoria, sino también la manera en que ha expandido los límites de la novela negra en el ámbito latinoamericano.
El anuncio se realizó en el Palacio Pereira, con la presencia de la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Carolina Arredondo, quien destacó el papel del autor como puente entre géneros populares y reflexión ética.
Nacido en Punta Arenas en 1956, Díaz Eterovic es ampliamente conocido por su serie protagonizada por el detective Heredia, personaje que se convirtió en un símbolo de la narrativa urbana chilena desde la década de 1980. A través de este investigador melancólico y solitario, el autor exploró la vida en Santiago, la corrupción política, los desencantos de la transición democrática y las sombras de la memoria colectiva. Más allá del género policial, la saga de Heredia se transformó en una crónica literaria del desencanto y la resistencia, con un estilo que mezcla ironía, lirismo y mirada crítica.
El jurado del Premio Nacional resaltó que su obra “abrió caminos más allá del género, aportando un registro propio que combina la intriga con la exploración ética y social”. Con más de veinte títulos publicados, Díaz Eterovic ha sido traducido a varios idiomas y ha recibido otros galardones, como el Premio Anna Seghers en Alemania y el Premio Municipal de Santiago.
Lo relevante de este reconocimiento no está solo en el homenaje a un escritor en plena madurez, sino en lo que significa para la literatura chilena: la confirmación de que la novela negra puede convertirse en espacio de búsqueda de verdad. Al poner en el centro la corrupción, la impunidad y las heridas de la historia reciente, Díaz Eterovic demuestra que el género policial no se reduce al entretenimiento, sino que es capaz de interrogar la moral de una sociedad.
Fragmento de su narrativa
En Nadie sabe más que los muertos, el detective Heredia observa la ciudad con su habitual mezcla de desencanto y lucidez. El pasaje revela la atmósfera sombría y reflexiva que caracteriza a la saga:
“El frío de la madrugada se filtraba por las persianas y Heredia encendió un cigarrillo. Afuera, la ciudad parecía dormir, pero él sabía que nunca lo hacía del todo. Siempre había un rincón donde alguien tramaba una mentira o preparaba un crimen. La bruma de la noche se confundía con el humo del tabaco, y Heredia pensó que la ciudad respiraba con él, en ese ritmo lento y cansado de quienes sobreviven más que viven.”
En tiempos en que el mercado editorial a menudo favorece modas pasajeras y relatos de consumo rápido, la obra de Díaz Eterovic recuerda que la literatura también es una forma de resistencia: un ejercicio de memoria y una invitación a la lucidez. Su premio es, al mismo tiempo, una reivindicación del poder narrativo de la novela negra y una advertencia sobre lo que ocurre cuando olvidamos que la literatura puede ser espejo crítico de la vida en común.
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