Temporada de huracanes

Temporada de huracanes es una novela negra. Hay un crimen y la búsqueda de los asesinos, mientras prevalece el elemento realista. Fernanda Melchor, nacida en 1982 en Veracruz, México, no es hija de Bolaño, como se podría afirmar rápidamente por su forma de lidiar con el horror. El capítulo con los asesinatos en 2666 recuerda la lectura de la prensa local y no una exageración ficticia, que a algunos lectores, en lugares lejanos, incluso les aburre.

La ficción es un refugio de la realidad, esto también se aplica a los creadores, la belleza no es una distorsión estilizada del mundo, sino una salida de él. En los agradecimientos de la autora, entre otros, al libro «El otoño del patriarca» (Gabriel García Márquez), una lectura que resultó decisiva en la forma en que Melchor construyó su narrativa.

Sinopsis e introducción

En La Matosa, cinco niños enfrentarán un día un espectáculo horrible; el rostro podrido de un cadáver que había sido arrastrado por el agua en su espuma amarilla, entre cañas de azúcar y bolsas de plástico, una máscara oscura que sobresalía entre una miríada de serpientes negras y sonrió. La llamaban Bruja. En torno a su cadáver, Melchor montará un tiovivo polifónico, formado por las personas implicadas en el asesinato. Amantes, clientes, vecinos, transeúntes. El narrador de esta historia no es omnisciente. Nadie conocía realmente a la Bruja y ahora finalmente es demasiado tarde.

El papel del narrador es sumar las palabras, unir las diferentes piezas. Cada persona que entra en escena presenta su propia versión, que lo absuelve, lo libera de remordimientos y culpas, lo que le quita los ojos de la justicia, lo que le permitirá aprovechar la ocasión. Aprendemos muy pocas cosas sobre ella, y las dispersas, un montón de rumores, ni una sola buena razón. Cada versión realza el horror, lo intensifica, lo hace insoportable. El silencio de muerte es ensordecedor. La temporada de huracanes en algunos lugares nunca termina. Ya nadie recuerda cuándo empezó.