Misterios literarios: la novela que predijo el Titanic

Uno de tales fenómenos es el caso de la novela «Futility», escrita por Morgan Robertson en 1898, que presagia con una precisión asombrosa el naufragio del RMS Titanic, acontecido catorce años después, en 1912.

A continuación vamos a intentar dar un poco de claridad sobre la premonición literaria de Morgan Robertson (o su impactante conocimiento del presente para poder descifrar el futuro), explorando las similitudes entre la ficción y la realidad y reflexionando sobre el enigma de cómo, a veces, la literatura se entrelaza misteriosamente con los hechos del mundo tangible.

«Futility» y el Titanic: un espejo a través del tiempo

Datos importantes que debemos considerar, Futility fue publicada en 1898, la tragedia del Titanic ocurrió en 1912.

La obra de Robertson narra la historia del «Titan», un transatlántico considerado invulnerable, que acaba hundiéndose tras colisionar con un iceberg durante su viaje inaugural de Londres a Nueva York.

La paralela entre el Titan de Robertson y el Titanic de la realidad es inquietantemente exacta, no solo en sus nombres, que son casi idénticos, sino también en su destino trágico. Ambos navíos se jactaban de ser prácticamente insumergibles y representaban el pináculo de la ingeniería naval de su tiempo. Además, ambos sufrieron su fatal colisión en las frías aguas del Atlántico Norte, en abril, y carecían de suficientes botes salvavidas para todos sus pasajeros, revelando las trágicas falencias en las medidas de seguridad y arrogancia humana.

Novela Futility que anticipó el hundimiento y la tragedia del titanic

Vamos a repasar detalladamente las asombrosas coincidencias entre la obra literaria y el barco real (incluso su tragedia)

  1. Nombre y descripción del barco: el barco en la novela se llama Titan; el real es el Titanic. Ambos son descritos como los mayores buques de lujo de su tiempo, considerados casi insumergibles.
  2. Tamaño y capacidad: aunque las dimensiones y el tonelaje de los barcos difieren ligeramente, ambos son presentados como los más grandes de su época, con el Titan siendo apenas un poco más grande en la ficción.
  3. Falta de botes salvavidas: tanto en «Futility» como en la realidad del Titanic, se destaca la insuficiente cantidad de botes salvavidas para los pasajeros a bordo, un punto crítico durante el desastre real.
  4. La causa del naufragio: ambos, el Titan de la novela y el Titanic real, chocan contra un iceberg en el Atlántico Norte, lo que lleva a su hundimiento.
  5. La fecha y la ubicación: el Titan de Robertson realiza su viaje fatal en abril, igual que el Titanic. Además, la ubicación del choque en ambos casos está en las aguas frías del Atlántico Norte.
  6. El destino de los pasajeros: la novela y el evento real comparten la trágica pérdida de vidas debido a la falta de medidas de seguridad y botes salvavidas, a pesar de las advertencias sobre peligros potenciales.
  7. La velocidad del barco: en ambos casos, el barco viajaba a alta velocidad, ignorando las advertencias de hielo en su ruta, lo que contribuyó al desastre.

Una premonición o simple coincidencia

La precisión con la que «Futility» anticipa el desastre del Titanic ha provocado un ferviente debate sobre si lo que ocurrió fue una premonición literaria o simplemente una coincidencia asombrosa.

Algunos argumentan que la capacidad predictiva de Robertson podría atribuirse a su conocimiento de la construcción naval y las tendencias de la época, lo que le permitió imaginar un desastre plausible en el marco de la tecnología y la arrogancia de finales del siglo XIX y principios del XX. Otros, sin embargo, prefieren ver en esta obra un ejemplo del misterioso vínculo que a veces parece existir entre la creación artística y la realidad futura.

Reflexiones sobre el poder de la literatura

La historia de «Futility» y el Titanic nos obliga a reflexionar sobre el poder de la literatura no solo para reflejar la realidad sino también, en raros casos, para anticiparla. Este fenómeno nos recuerda que las creaciones literarias son más que meras ficciones; son exploraciones del potencial humano, sus sueños, miedos y, a veces, sus futuros inadvertidos.

La capacidad de la literatura para cruzarse con la realidad de manera tan precisa sugiere que, en el acto de escribir, se pueden tejer hilos invisibles entre el presente y el porvenir, hilos que, aunque raramente, revelan conexiones profundas entre nuestra imaginación y el curso del mundo real.

En conclusión, el caso de «Futility» y el RMS Titanic no es solo una curiosidad literaria; es un recordatorio de que la literatura posee una dimensión profética insospechada. Este episodio invita a los lectores y escritores a contemplar con asombro la capacidad del arte literario para trascender su propia naturaleza ficticia y resonar con la realidad de formas misteriosas e inesperadas.

Tal vez, en el fondo, la literatura y la realidad no sean dominios tan separados como solemos pensar, sino espejos el uno del otro, reflejando infinitas posibilidades, incluidas aquellas que aún no han cruzado el umbral de nuestro mundo tangible.

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